?¿Dónde Comer? 

Después de la ruta turística paramos a repostar energía en la Taberninha do Manel en vi, situado en Vila Nova de Gaia. Un lugar muy acogedor y pequeño, decorado con objetos antiguos, arquitectura de piedra y madera.

Como no, tuvimos que probar platos típicos así que… empezamos con unas Gambas y una empanada de carne. De primer plato una Francesinhas:  que es el sandwich típico portugués: es pan de molde tostado, relleno de diversos tipos de carne y embutidos, recubierto de lonchas de queso por fuera y gratinado.

También probamos el Bacalhau à Brás: está formado por bacalao en salazón y se mezcla con huevo revuelto patatas fritas cortadas muy finas y se sirve con perejil. Como aún nos quedaba un rincón…compartimos unas natillas.

Todo este manjar de reyes lo acompañamos de un vino de blanco fresquito con el que brindamos: ¡Viva Oporto! Puedes elegir mesa dentro o fuera de la taberna, nosotros a pesar de ser invierno no dudamos en quedarnos en la terraza, gozando de las maravillosas vistas que nos ofrecía la Ribeira del Duero.

Nuestro cuerpo estaba pidiendo un paseo largo a gritos para bajar la comida, así que, seguimos nuestra ruta por la tarde hasta que vimos el atardecer desde lo alto del Puente Don Luís I. Momento mágico, donde el tiempo parecía congelarse.

Por la calle se respiraba un ambiente festivo, mucha gente, felicidad, y en la Praça da Libertad ya estaban preparando el escenario para los conciertos de la noche y se situó un reloj con la cuenta atrás junto al árbol de navidad. Lugar donde volvimos por la noche.

Con el tiempo pisándonos los talones, nos fuimos al apartamento a cambiar nuestro look de turistas a look de noche. A la salida ya estaban todas las luces de navidad, nos encanta la época navideña, es uno de nuestros instantes de felicidad: el frío, las luces, la nieve, y sobre todo…rodeado de la familia. Pero este año, ya es la segunda vez que pasamos el fin de año fuera y se está convirtiendo en tradición. 

Fuimos a cenar al restaurante Porto Meu

Después de cenar y con los nervios a flor de piel, y bien equipados con nuestro cotillón y nuestras uvas nos dirigimos a la la Praça da Libertad y no pusimos a primera fila justo al lado del árbol y con el reloj que ya faltaba poco para las «campanadas» aunque allí no hay campanadas así que fuimos comiendo las uvas a las 00.00; de hecho éramos los únicos ya que según la tradición portuguesa se toman uvas pasas, aunque sólo vimos a alguna persona.   Brindamos con champán al son de fuegos artificiales, música, y un ambiente increíble. ¡Bom Ano!

En la plaza había muchísima gente, no sentías agobio pero en el momento que finalizan los fuegos artificiales y quieres seguir la celebración en algún bar está tooodo abarrotado, y las calles repletas de gente.

Nosotros nos retiramos a una hora prudente porque el día siguiente queríamos seguir con la visita a Oporto y antes de marcharnos a casa, nos pasamos por la Venecia Portuguesa, en Aveiro, que queda tan solo a 45 minutos en coche. Al cual dedicaremos otro post, en breve. 😉 

Aún no hemos estado en Venecia, lo tenemos pendiente, pero Aveiro es un pueblo pequeño con mucho encanto. Tiene tres canales que son los que dividen la ciudad en dos partes, la principal se aprecian las casas viejas de los pescadores y la secundaria se encuentran los edificios históricos de la ciudad.

En Aveiro fue donde nos despedimos de Portugal y digimos: ¡Até logo!, que en español es, ¡Hasta luego! Ya que pensamos volver, tarde o temprano.